miércoles, abril 13, 2005

Grandes momentos de mi vida como espectador: una historia sentimental de la televisión (parte V)

PRODUCTO NACIONAL
La primera serie que recuerdo haber seguido que no era de dibujos animados fue Curro Jiménez. Tenía momentos tremendos, a fin de cuentas el protagonista no dejaba de ser un bandolero, pero eso de que luchara contra franceses, pues como que lo justificaba todo. Además a su lado cabalgaban el Estudiante y el Algarrobo, que eran a Curro como Fénix y M.A. a Hannibal Smith; como Crispín y Goliath al Capitán Trueno; como Terence Hill y Bud Spencer a cualquiera que les hubiesen puesto al lado. Además era una serie muy divertida. El año pasado la repusieron en Antena Aragón y volví a troncharme de la risa con el capítulo aquel en que entran vestidos de mujeres en una venta llena de franceses y acaban todos borrachos (los unos y los otros) y cuando despiertan hay una pelea tremenda al estilo de las pelis de Bud Spencer, con el ventero (un tiarrón enorme) todavía borracho, soltando sopapos al grito de guerra de "¡Don Francisco!". Vale, contado así no tiene mucha gracia, pero os prometo que yo me reí un montón. Sancho Gracia hizo después otra serie hoy olvidada, La Máscara Negra, ambientada en la misma época, en que interpretaba a una especie de Zorro español que lucha contra los franceses.

No era ésta sin embargo la única serie decente que producía TVE. Lo cierto es que sus "productos serios", los que ahora anuncia en Cine de Barrio como novedad en DVD, ya sabéis series como "Los gozos y las sombras", "Fortunata y Jacinta", "La forja de un rebelde" y similares, nunca los ví, era demasiado niño para apreciarlos. Sí que vi alguna vez "Turno de oficio", la serie de Antonio Mercero, que me impactó porque los buenos no ganaban siempre. Eso era todo un shock a esas edades.
Lo que sí seguía eran las comedias. Antes de que aparecieran las privadas y "Farmacia de guardia" marcase un antes y un después, antes incluso de productos tan irregulares como "Chicas de hoy en día" o "Eva y Adán, agencia matrimonial", TVE ya producía sitcoms. Hoy casi nadie se acuerda de ella, pero Media naranja, con Iñaki Miramón y Amparo Larrañaga, era una genialidad. Era humor amargo, del que después de reírte te dejaba el regusto del perdedor.
Otra realmente monumental era La mujer de tu vida, empezando por esa alucinante sintonía de salida con la canción de los créditos cantada por personas de lo más variado y pintoresco en rápido montaje a una frase cada uno (¿posible influencia sobre "7:35 de la mañana"?). Cada capítulo era una película diferente, con personajes diferentes y con un director diferente. Esto le daba un ritmo irregular, pero también dio lugar a capítulos memorables. Por ejemplo, en "La mujer inesperada", dirigida por Fernando Trueba, creador de la serie, Antonio Resines era dormido por sus amigos el día antes de su boda y metido en un tren, y en sus desesperados (y divertidos) intentos de llegar a tiempo a la boda, conoce y se enamora de otra mujer; o "La mujer fría", de Gonzalo Suárez, en la que Ricardo Borrás y El Gran Wyoming tratan repetidamente de encasquetarse el uno al otro el cadáver de la que era, respectivamente, su mujer y su amante; pero mi favorito fue "La mujer perdida", dirigido por Ricardo Franco, en la que un preso le cuenta al protagonista cómo viajó por el mundo buscando a una mujer que le había abandonado, y va encontrando a los hombres que ella va utilizando a su paso; un episodio delirante y totalmente surrealista, repleto de pasajes casi oníricos, de viajes absurdos y de personajes hilarantemente patéticos (en especial el zulú filósofo y el Gran Lama interpretado por ¡Quique San Francisco!).
Tampoco puede olvidarse aquel mítico Ni en vivo ni en directo, primer programa de Emilio Aragón sin su familia, y todavía su mejor trabajo (hoy su talento cómico languidece en series sin gancho). Sketches míticos como aquel de "menos samba, e máis trabajar", chistes recurrentes como el del tipo perseguido por la tuna, o auténticos leitmotiv del programa como el hombre que seguía la línea blanca al ritmo de "El puente sobre el río Kwai" han pasado a la historia de la televisión, a la memoria popular y casi al palmarés de los premios Emmy.
En fin, que había series españolas muy buenas en televisión y hoy están, por desgracia, demasiado olvidadas. No difundidas en Dvx, no editadas en DVD, la mayoría de ellas ni siquiera tienen un mísero enlace o alguna imagen por la red (y las he buscado). Igual convendría no restringir la nostalgia a La bola de cristal, que sí tiene un link... y otro... y otro... etc.
Una última cosa: No, no me olvido de ésta. La echaron ocho veces (por lo menos). Como para dejarla fuera.

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