martes, agosto 09, 2005

Mis favoritos: La huella

Hace falta ser un poco retorcido para disfrutarla plenamente
Ya que este mes posteo con cuentagotas, he decidido dedicarlo a comentar mis películas, cómics, libros o discos favoritos. Así que este mes no va a tener desperdicio. Y comenzaré por mi película favorita: LA HUELLA (1972). Una obre maestra que supuso la última película de Joseph L. Mankiewicz, y que tiene la mejor interpretación posible de dos de los mejores actores de la historia del cine, Laurence Olivier y Michael Caine, que fueron ambos nominados al Oscar al mejor actor por esta película, y que (para mí, incomprensiblemente) no ganaron.
La película comienza con la visita que el joven Milo Tindle (Caine), un elegante peluquero de origen humilde, realiza al conocido escritor de novelas policiacas Andrew Wyke (Olivier), rico y de clase alta, con cuya esposa está liado. Wyke propone a Tindle que éste se cuele en su casa y robe unas joyas para poder mantener a su esposa y poder librarse de ella mientras él se queda con el dinero del seguro. Pero lo que en un principio parece una sencilla estafa acaba resulta ser un plan para un crimen perfecto y el comienzo de un juego de humillación en el que nadie quedará indemne.
Todo en la película resulta perfecto. Resulta difícil imaginar a nadie mejor que Olivier para representar al aristócrata engreído, orgulloso y xenófobo que es Andrew Wyke, y a nadie mejor que Caine para el cockney ascendente que es Milo Tindle. Los dos están colosales. Quizá en algún momento pueda parecer que están un poco sobreactuados, especialmente en los momentos más relajados y con menor tensión de la película, pero esto también contribuye a darle el tono apropiado al conjunto, siempre en equilibrio entre lo jocoso y lo dramático, entre lo lúdico y lo macabro.
Mankiewicz, que realiza aquí su testamento cinematográfico plasmando algunas de sus obsesiones (el engaño, las apariencias, la rivalidad entre las clases emergentes y las ya establecidas), no oculta en ningún momento el origen teatral de la historia (el propio autor de la obra original, Anthony Shaffer, firma el guión), e incluso lo potencia en lo que puede (y la sobreactuación puntual a que hacía referencia antes es también un elemento de esta teatralización), en un ejercicio de estilo (cuántas veces se utiliza esta expresión para no decir nada, pero qué bien funciona en esta ocasión) que lleva a cabo con todo el oficio de su larga experiencia como realizador. El director está tan inspirado que ¡los objetos interpretan! La sutilidad del montaje y de los planos de los diferentes objetos que pueblan la mansión de Wyke, desde diferentes ángulos y con diferentes iluminaciones, hacen que cada vez que uno de ellos es enfocado (especialmente el impagable muñeco del marinero jovial) tenga un significado diferente, a pesar de ser los mismos objetos que llevamos viendo toda la película. Contribuye también a ello el diseño de los decorados, que crean la atmósfera necesaria para la película: la abigarrada decoración, el salón lleno de juegos, el laberinto del jardín, el crucigrama en la pared del baño... todo impresionante y cuidado al más mínimo detalle, como muestra de la personalidad lúdica y macabra (perdón por repetirme pero no encuentro palabras mejores para definirla) del dueño de la mansión.
Y qué decir de la música. John Addison construye un tema monumental. La obertura con que se abre la película, ilustrada con maquetas que representan escenas de crímenes (extraídas, como explica más adelante Andrew Wyke al mostrárselas a su invitado, de las novelas que él escribe) y que no casualmente tienen un marco en forma de escenario teatral, es para mí uno de los mejores temas de la historia del cine, y eso es decir mucho; un tema que te introduce desde el primer momento en el tono de la película, que te atrapa antes incluso de que dé comienzo la película, e ideal para prologar un juego macabro como el que sigue.
Hablaría horas y horas sobre la película (que me he visto tantas veces y que aún sigo descubriendo detalles nuevos a cada revisión), sobre sus detalles, la psicología de los personajes... pero no quisiera destripar nada a aquellos que no la hayan visto.
En fin, una obra maestra.
UNA FRASE: ¡No me hable de juegos de humillación! ¡Ya sé bastante sobre eso! (Milo Tindle)
GENIÓMETRO: 5/5 grouchos

P.D.: Se rumoreaba que van a hacer una nueva versión con Caine en el papel que en su día hiciera Olivier y con Jude Law en el de Caine. Tiemblo de pensarlo. La historia seguirá teniendo fuerza y los actores son buenos, pero, ¿de dónde van a sacar un Mankiewicz?

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