lunes, mayo 08, 2006

Directo a Video: Taboo (porque ciertas cosas no hay que contárselas ni a tus mejores amigos)

Notad qué hábilmente la protagonista principal de la película ni siquiera aparece en el cartel
Desgraciadamente estos últimos meses estoy teniendo poco tiempo de pasarme por el videoclub a alquilarme el tipo de clásicos imperecederos que suelen llenar esta sección, así que voy a tirar de archivo (quiero decir, de memoria) para recuperar alguna obra que merezca ser recordada aquí... y os puedo asegurar que hay unas cuantas realmente lamentables.
Por ejemplo, Taboo. Una película de supuesto terror con el clásico esquema de tener un grupo reducido de jóvenes encerrados en una casa y hacer que vayan musriendo masacrados uno tras otro. El reparto, tremendo: Nick Stahl (antes de ser el puto John Connor en Terminator 3 o el cobarde bastardo en Sin City, pero después de Comportamiento perturbado), Eddie Kaye Thomas (después de ser Culofino en dos partes de American Pie), Lori Heuling (mito del Directo a Video a quien ya vimos en 8 mm 2), Amber Benson (la Tara de Buffy) y, como protagonista, January Jones (antes de American Pie 3 y de Dirty Dancing 2).
La historia comienza cuando un grupo de amigos (la mitad de ellos ricos) se reúne en la casa de campo de uno de ellos y se ponen a jugar a un estúpido juego de preguntas en el que deben confesar sinceramente (y anónimamente, lo hacen por papelitos) si se atreverían a hacer ciertas perversiones. Cada uno, una: que si se acostarían con una menor, que si lo harían por dinero, que si se acostarían con alguien del mismo sexo, que si se acostarían con un pariente... y encima contestan todos que sí, bueno, todos menos uno que no se acostaría con la pareja de su mejor amigo, que ya le vale...
Total que pasan unos años y vuelven a reunirse todos en la misma casa. Y resulta que alguien les ha chantajeado por hacer lo que confesaron en el juego que harían. Por ejemplo, al Culofino le sacan dinero con unas fotos comprometedoras de cuando se acostó con una chica de catorce años (aunque, como él mismo dice, "parecía mayor, ¡joder!, ¡si era más madura que yo!", cosa que no dudamos); a Lori Heuling la chantajean por ejercer de puta (¡toma ya! ¿quién podía esperarse eso de un grupo de niños ricos?); a su novio, por ser maricón (¿es que a alguien le escandaliza aún a estas alturas?), siendo que sus padres contrataron a la Lori para que se hiciera pasar por su novia y disimularlo. Hay que reconocerle, de todas formas, cierto mérito a Max Makowski, director de este engendro (no, no me invento el nombre, es realmente el suyo), por la habilidad con la que ilustra el catálogo de perversiones sin mostrarnos un solo desnudo. Lo más fuerrrrte que se ve es a un tío tumbado sobre una cama sin camiseta.
A todo esto, la protagonista, January Jones, es la chica de origen humilde que es novia del chico más rico (el cobarde bastardo), que además es el anfitrión y que parece ocultar algo (y es que, se nos deja caer, en la historia familiar hay alguna muerte misteriosa). January, a quien a partir de ahora llamaremos "Laura" porque ha convencido a su novio de esperar hasta el matrimonio, va averiguando estas historias y encontrando cadáveres como quien no quiere la cosa. Y cada vez más histérica, cada vez hay más sangre y cada vez quedan menos vivos. Hasta que sólo queda ella...
Hasta aquí la película es mala.
Es estúpida.
Y, lo que es peor, es aburrida.
Pero entonces empeora.
De repente los muertos se levantan y resulta que estaban fingiendo para jorobar a "Laura", porque todos saben que es ella la que los ha estado chantajeando.
Y entonces "Laura" juega su última carta y decide no esperar hasta el matrimonio.
Y se acuesta con el cobarde bastardo.
Y después, en vez de fumarse un cigarrito, le confiesa que son hermanos.
Justo cuando, en otro lugar de la casa, los otros deducen que la pregunta a la que contestó ella fue si se acostaría con un pariente.
Y ella le explica al cobarde bastardo que es hija de su mismo padre, y que creía tener derecho a toda su riqueza, y que su plan era casarse con él para conseguirla y luego confesarle quien era realmente, y que por eso no se habían acostado juntos. Hasta entonces.
Y entonces el cobarde bastardo, traumatizado por el incesto cometido, coge un cuchillo, le da otro a su novia/hermana, y entre los dos se cargan a todos los amigos.
Y al día siguiente desayunan tranquilamente en la cocina, como si nada.
Y se matan.
Fin.
...
Que sí.
Que eso es lo que pasa.
Que no os estoy tomando el pelo.
Ya os dije que empeoraba.
Y LO QUE HEMOS APRENDIDO HOY ES: que nunca, NUNCA, hay que confesar tus mayores secretos ni a tus mejores amigos; que nunca, NUNCA, hay que fiarse de las apariencias (recuerda, si te encuentras a todos tus amigos muertos lo más probable es que te estén gastando una broma); y que nunca, NUNCA, JAMÁS, hay que fiarse de las chicas modositas que quieren esperar hasta el matrimonio.
GENIÓMETRO: 0,5/5 ed woods

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