viernes, octubre 28, 2016

The Falls

Después de más de una década haciendo cortometrajes experimentales, el cineasta británico Peter Greenaway dio el salto al largometraje en 1980 con The Falls, un falso documental de más de tres horas de duración en el que incidía en estilos y temas habituales de sus anteriores trabajos, especialmente de su obra anterior, el mediometraje Vertical Features Remake, con el que comparte su experimentalismo formal y su particular sentido del humor, además de la utilización de la figura de Tulse Luper, poeta y ornitólogo que se convertirá en referencia recurrente en la obra de Greenaway, del mismo modo que Kilgore Trout en las novelas de Kurt Vonnegut.

En The Falls se nos habla de un misterioso fenómeno conocido como V.U.E. (Violent Unknown Event) que ha sacudido el mundo, provocando numerosas muertes y afectando a catorce millones de personas con extraños síntomas: dolorosos e incómodos cambios físicos (aparentemente provocados por un principio de mutación hacia una criatura similar a los pájaros, incluyendo hermafroditismo, aunque en realidad algunos individuos pueden llegar a tener hasta cuatro sexos), sueños sobre masas de agua (catalogados en diversas tipologías, como "Categoría 1: Vuelo" o "Categoría 3: Olas"), obsesión con los pájaros y el vuelo (aunque las personas afectadas parecen haber tenido relación con estos objetos de fijación incluso antes del incidente), dominio de nuevos y previamente desconocidos lenguajes (perdiendo en la mayoría de los casos el conocimiento de su lengua original) y una detención total de su envejecimiento natural (lo que les hace inmortales, salvo en caso de enfermedad o de recibir heridas o lesiones). Para controlar y vigilar la evolución de los afectados por el V.U.E., éstos han sido registrados en un extenso directorio, del que la película es un extracto más o menos aleatorio en el que se incluye un repaso por la vida y circunstancias de las 92 personas del directorio cuyo nombre comienza por las letras FALL (de ahí el nombre de la película). No todas las entradas corresponden a una persona: hay algunas entradas borradas por considerarse erróneas y otras no se tratan por "estar pendientes de investigación", y, en el otro extremo, una de las entradas corresponde a dos hermanos gemelos.
Pero con la excepción de estas anomalías del listado, cada entrada es tratada como un cortometraje y es formalmente diferente a las demás, tratando de reflejar la personalidad de los aludidos con esos diferentes enfoques, aunque debido a la premisa muchos de los personajes que se presentan tienen vínculos familiares entre sí y por tanto comparten muchas imágenes. Así, la entrada dedicada a una cantante refleja una actuación en un club; la de una persistente activista es una conversación en plena calle manifestándose con una pancarta; la de un aficionado al ilusionismo refleja un truco de cámara para simular una desaparición; la de uno de los personajes más afectados por sus mutaciones y obligado a estar casi constantemente yendo al baño ofrece tan solo una silueta al otro lado de la puerta traslúcida de un retrete.

Greenaway sabe cohesionar todo esto a base de jugar con las repeticiones de elementos (hay numerosos: la musiquilla que acompaña el encabezamiento de cada una de las entradas, las imágenes de sueños de agua, una vieja grabación de un primitivo intento de vuelo de un hombre saltando desde la torre Eiffel a principios de siglo, las referencias a escritos de Tulse Luper, el esquema corporal en que se señalan las deformidades de cada uno, las diferentes imágenes que se ofrece a los personajes para que elijan con cuál desean ser representados en la película en los casos en que no desean aparecer en persona en pantalla, las preguntas sobre cuestiones ornitológicas extraídas de un estudio anterior al V.U.E. realizado por uno de los personajes utilizando un rango de nombres similar al del documental...) y también desvelando poco a poco a medida que avanza diversas circunstancias acerca del V.U.E. (las diversas teorías sobre su punto de origen y sobre la responsabilidad o no de los pájaros) y de las diferentes organizaciones que se han creado a raíz del mismo (desde las diversas destinadas al estudio del incidente hasta un grupo de exterminio de los pájaros que puede estar tratando también de eliminar a víctimas del V.U.E.).
De manera más sutil Greenaway se permite incluso hacer avanzar la historia a medida que va recorriendo los diversos nombres. Así, a la hora de película uno de los personajes presenta una lista de nombres de aves y los declama rítmicamente, expresando su deseo de encontrar un compositor que utilice su lista como libreto para una ópera; varios nombres más tarde, escuchamos una versión de la canción de esa lista por ser la favorita de un personaje misteriosamente desaparecido; cerca del final de la película escucharemos la canción interpretada por una cantante; entre ambos puntos, varios de los nombres de la lista se nos van a ir presentando una y otra vez en las más diversas circunstancias. Otro ejemplo: a lo largo de la película hay momentos en que aparece en pantalla un experto lingüista para explicar ciertos aspectos de los nuevos lenguajes aparecidos entre los afectados por el V.U.E.; a mitad de película descubrimos que dicho lingüista es también uno de los miembros de la lista, y se nos cuenta su historia, que acaba trágicamente cuando muere atropellado por una furgoneta blanca que parecía estar esperándole; a partir de ese punto el personaje no vuelve a aparecer, a pesar de que en caso de habere sido un documental real podría haberse utilizado material grabado con anterioridad; es más, a partir de ese punto, cuando es necesario que hable un experto lingüista, aparece otro personaje.

El resultado, pese a su atípica propuesta, resulta fascinante, con su humor surrealista y auto-referencial, y su colección de enigmas sin resolver y cabos sueltos. Su condición de película experimental, su bizarro planteamiento, su estructura de catálogo y su larguísima duración no resultan a priori atrayentes para cualquiera, pero una vez que conectas con el extraño mundo que plantea la película estás irremediablemente hipnotizado, algo a lo que ayuda mucho también la música, principalmente compuesta por el compositor minimalista Michael Nyman, años después mundialmente famoso por su banda sonora para la película El piano.
En suma, una joya, aunque quizá no sea para todos los paladares.
GENIÓMETRO: 5/5 grouchos